martes, septiembre 25

Genealogía de la manzana

Brajot 38a - 40b

Dicen que a Newton se le cayó una manzana encima, y que de golpe entendió cómo funcionaba la fuerza de gravedad.
Dicen que Guillermo Tell era tan buen arquero que pudo librarse de un castigo certero cuando disparó su ballesta y clavó la flecha en la manzana que se encontraba sobre la cabeza de su propio hijo.
Y dicen que Adán y Eva terminaron su estadia paradisíaca en el jardín del Edén gracias a la ingesta de una manzana prohibida.


Sobre Newton, Tell y sus manzanas el Talmud no dice absolutamente nada.
Pero lo (tal vez) sorpresivo es que sobre la manzana de Adán y Eva tampoco hay registro alguno. Para los sabios talmúdicos, la manzana nunca fue una opción a considerar como el fruto del árbol que se encontraba en el corazón del Edén.

Por el contrario, el Talmud se plantea tres opciones posibles en la búsqueda por identificar el árbol que les concedió al primer hombre y a la primera mujer el conocimiento del bien y del mal.

Rabi Meir creía que el árbol en cuestión era la vid. ¿Su razón? "No tienes algo que traiga llanto al hombre como el vino, como está dicho [sobre Noé]: 'Bebió el vino y se embriagó [y se desnudó en medio de su tienda]' (Gn. 9:21)."
Para Rabi Meir, comer de la vid trajo sufrimiento a la vida de la humanidad. Al igual que generaciones después habría de pasar con Noé y más tarde con Lot, beber vino conlleva - al menos en el contexto bíblico - muchos dolores de cabeza (¡y no sólo en términos literales!). ¿Qué otra fruta sino la vid pudo ser la culpable de la expulsión?


Por su parte, Rabi Iehuda sostenía que lo que Adán y Eva comieron fue trigo. ¿Su razón? "Ya que no hay bebé que sepa llamar a su papá y a su mamá hasta que comienza a probar el sabor del trigo."
Rabi Iehuda identifica el fruto a partir de los efectos que trae su ingesta: Si la primera pareja de la tierra comenzó a distinguir el bien del mal luego de comer del árbol, entonces aquello que comieron tuvo que ser semejante a lo que come un bebé que empieza a platicar y a diferenciar entre su mamá y su papá. ¿Qué es lo primero que (al parecer) comía un bebé en los tiempos del Talmud? Trigo. ¿Que es lo primero que tuvieron que comer Adán y Eva para dar por terminada su inocencia y comenzar a vivir haciendose cargo de las consecuencias de sus actos? Trigo.


Por último, Rabi Nejemia nos regala una tercera posibilidad. Para él, el fruto prohibido fue un higo. ¿Su razón? "Con aquello que se equivocaron fue que también se arreglaron, como está dicho: '[Entonces fueron abiertos los ojos de ambos y se dieron cuenta de que estaban desnudos.] Cosieron hojas de higuera [y se hicieron ropas]' (Gn. 3:7)."
Rabi Nejemia es un pragmático. Si había sólo un árbol en medio del jardín, y ni bien comieron de él Adán y Eva dieron cuenta de su desnudez y se quisieron tapar, de seguro que lo primero que tomaron para cubrirse fueron las hojas del mismo árbol que tenían a la mano. Si la Tora registra que el árbol que usaron para hacerse ropas era una higuera, entonces el fruto prohibido habrá de haber sido el higo.


Sin embargo, el mensaje de Rabi Nejemia (que en el Talmud aparece segundo y yo dejé para el final) nos deja una enseñanza importante en esta víspera de Iom Kipur: Aquello con lo que nos equivocamos puede transformarse en la base sobre la cual reconstruir y reparar. A pocas horas de empezar una jornada muy intensa en el calendario judío, el deseo es que podamos aprender de nuestros errores y que podamos hacernos de la valentía que exige enmendar los daños que nuestros desaciertos a veces generan. En este sentido, la tradición judía es sumamente optimista y confía en nuestra capacidad de cambiar para bien, y en las posibilidades que cada uno de nosotros tiene de hacer todo lo que se encuentre en nuestras manos para dejar una huella positiva durante nuestro paso por el mundo.

¡Gmar Jatima Tova!
¡Que seamos inscriptos y rubricados en el libro de la vida, la bendición y el bien!

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