martes, diciembre 25

Primer brindis por la Agada

Shabat 86a - 88b

Todos aquellos lectores fieles de este Blog habrán notado que hay importantes diferencias entre los dos tratados talmúdicos que venimos estudiando hasta aquí. Mientras que Brajot era un texto con material de sobra para escribir posts casi todos los días, con Shabat no es tan sencillo. Esto se debe, principalmente, a que el tratado de Shabat tiene largos pasajes sumamente técnicos, y al menos yo no me logro inspirar lo suficiente para sacar agua de dichas páginas.

No obstante, de vez en cuando este segundo tratado talmúdico nos regala un aluvión de perlas preciosas. Principalmente, se trata de reflexiones exegéticas, las cuales no giran sobre detalles legales (en hebreo Halaja), sino sobre principios interpretativos y relatos fantásticos (en hebreo Agada).

Tantas son las perlas de estas páginas, que decidí tratar de compartir con ustedes la mayor cantidad de ellas en dos entregas: Algunas hoy, otras mañana. Como podrán ver, todas las reflexiones giran de una u otra forma sobre la entrega de la Tora en el Monte Sinaí. Espero que las disfruten tanto como yo durante su lectura. Ahí vamos...

a) Según Rabi Abdimi, al momento de revelar la Tora, Ds arrancó de cuajo el Sinaí y los puso sobre las cabezas del pueblo de Israel. "Si aceptan la Tora," dijo Ds, "todo irá bien. Pero si no, este monte será vuestra sepultura." Obviamente, el pueblo entonó al unísono un: "Si querido."
Aun así, el Talmud reconoce la dificultad de lo planteado por este texto: Si la aceptación de Israel se debió a la amenaza divina, ¿cuál es la validez de dicho compromiso? En consecuencia, nos encontramos con Raba enseñando que aquello que fue aceptado a la fuerza en tiempos de Moshe, fue revalidado y acepado de todo corazón en tiempos de Ester y Mordejai (cf. Ester 9:27).


b) Otro sabio, en este caso Reish Lakish, nos cuenta que Ds hizo depender toda la creación del mundo en el cumplimiento de la Tora por parte del pueblo de Israel. En lugar de usar un monte como mecanismo de amenaza, ahora la apuesta se redobla: El destino de todo el universo, y no sólo el del pueblo judío, depende de cómo los hijos de Israel se comportan. Es cierto: En un nivel de lectura se pueden notar semillas de culpa desperdigadas por todos lados (¿Quién se animaría a incumplir con las leyes si supiera con certeza que el futuro de la humanidad se juega en cada una de nuestras acciones?). Pero por otro, aquí se puede ver cómo para los sabios talmúdicos la Tora era la piedra fundamental que le daba sentido a su propia existencia. El punto no es tanto que el universo explote porque los judíos se comprometen con la ley; por el contrario, el mensaje es que un judío sin judaísmo parecería no tener mundo posible. Usando la hermosa metáfora de Rabi Akiva, es como un pez fuera del agua.


c) Rabi Simai, por su parte, nos cuenta que cuando el pueblo de Israel antecedió el "haremos" al "escucharemos," 600.000 ángeles bajaron del cielo a coronar a cada persona por dicha acción. En contraposición, cuando luego de recibir la Tora y comprometerse con su cumplimiento hicieron el becerro de oro, esas coronas les fueron quitadas. Aun así, Reish Lakish sostiene esperanzado que en un futuro Ds nos regresará esas coronas.
Sobre esta enseñanza varias ideas: Por un lado, el tema del "haremos y escucharemos" (cf. Ex. 24:17), ha sido motivo de una notable reflexión por parte de Emmanuel Levinas. Si pueden, consigan sus Cuatro Lecturas Talmúdicas y disfruten de su interpretación a estas páginas de Shabat, y su crítica a la "Tentación de la tentación" que plantean nuestros tiempos.
Por otra parte, en relación a los premios y los castigos que se representan en las coronas, yo prefiero quedarme con la visión esperanzadora de que el futuro será mejor, y que los errores del pasado no necesariamente terminarán por condenarnos. Mientras que no soy afecto a las teologías de premios y castigos, sí soy afecto de que juntos podemos trabajar por la construcción de un mundo mejor, el cuál se hace más por la acción que por la dicción.


d) El Talmud intercala aquí un relato en el cual un hombre no judío inquiere a Raba sobre la lógica de haber aceptado un pacto con Ds sin conocer a priori su contenido. "Un pueblo tonto son ustedes," dice el hombre, "ya que adelantaron su lengua a sus oídos." ¿Cómo no darle la razón a este alegato? ¿Quién sería tan tonto como para aceptar un acuerdo sin leer antes la letra chica y la letra grande del contrato?
Raba responde apelando a la integridad: El pueblo fue íntegro en su aceptación porque Ds fue íntegro en aquello que le entregó al pueblo, es decir: la Tora. El racional vendría a recordarnos que cuando las dos partes son confiables, cuando las dos partes de buscan y se quieren, no hay razón alguna para temer a ninguno.


En resumidas cuentas:
a) La aceptación forzosa puede transformarse en aceptación voluntaria si así uno lo desea.
b) Vivimos en mundos simbólicos los cuales deben ser sostenidos a diario a partir de la acción. Caso contrario, esos universos desaparecen sin remedio.
c) Todos podemos trabajar con constancia por la construcción de un mundo mejor.
d) Cuando somos personas de bien que nos relacionamos con personas de bien no es necesario temer engaños y jugadas indebidas.

Mañana seguimos con más perlas.
Por el momento, no dejemos de brindar por aquellas Agadot, por aquellas reflexiones que nos hacen pensar y nos inspiran a ser mejores personas.
LeJaim!

1 comentario:

  1. siempre ayudan a bien tus reflecciones y me hacen volver a mi vieja y querida biblia.gracias

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