domingo, septiembre 30

Ecualizador existencial

Brajot 45a - 45b

Algunas semanas atrás hablábamos de la importancia de gritar en silencio y reconocíamos que no por gritar más fuerte ibamos a tener más razón. En esta mañana de domingo, me encontré con otro dictamen talmúdico que de alguna manera continua con la misma línea pero desde un ángulo distinto.

El contexto es el siguiente:

Dentro de la plegaria judía, la lectura pública de la Tora - o Pentateuco - tiene un lugar preponderante. Esta recitación comunitaria tenía un carácter claramente educativo y servía para que todos pudieran escuchar, reflexionar y aprender sobre las narrativas y leyes que aparecían en el texto.


Sin embargo, la Tora está escrita en hebreo, y la gran mayoría de la población judía de hace mil quinientos años hablaba arameo. En consecuencia, al momento de leer la Tora, una persona recitaba el texto original y otra lo traducía al idioma que entendía la gente.

Teniendo todo esto en cuenta, el Talmud declara:

"El traductor no puede elevar su voz por sobre la del lector [de la Tora]. Y si es imposible para el traductor elevar su voz igualando el tono de voz del lector [de la Tora] entonces el lector [de la Tora] debe bajar su tono y leer."

En este diálogo alternado entre lectura y traducción, lo que el Talmud pide es que ambas voces sean capaces de mantenerse en el mismo volumen: Ni el traductor puede hablar más alto que el lector, ni el lector puede gritar más fuerte que el traductor. Más aun: en caso de que uno de los dos no pueda llegar con su tono de voz a "empatar" el tono de voz de su compañero, es obligación de quien tiene el vozarrón más marcado reducir su tono hasta que se igualen las voces.


Todo esto traducido a nuestros tiempos nos vuelve a ubicar en una sociedad en la cual la moneda común suele ser la de intentar doblegar al contrario a partir de la competencia por quien habla más fuerte, con más vehemencia y sin lugar para ninguna concesión. Frente a esta lucha dialectica constante, el Talmud nos recuerda la importancia de aprender a ecualizarnos con nuestros semejantes: no porque tengamos que pensar todos lo mismo, sino porque sólo a partir del encuentro en la diferencia es que podemos crecer y encontrar soluciones a problemas que en muchos casos terminan siendo de interés general. La invitación a buscar tonos de voces que respeten tonos similares nos recuerda que podemos opinar diferente pero eso no nos da derecho a ningunear a quien profese una creencia distinta a la nuestra. Cuando nos ecualizamos nos reconocemos como iguales, y a partir de esa base existencial nos damos la posibilidad de dialogar como hermanos en la esperanza de llegar juntos a acuerdos que nos ayuden a ser cada vez mejores.

viernes, septiembre 28

Chicanas para todos

Brajot 41a - 45a

¿Alguna vez se les ocurrió morir por alguna causa?

Hubo un tiempo, hace no tanto tiempo, en el cual la idea de morir por una causa era vista como el reflejo de una militancia que no sabía de concesiones. Comprometerse con ciertos ideales conllevaba una práctica total, en donde dar la vida por [complete-aquí-su-causa-de-preferencia] era parte de la ecuación.

A nosotros, hijos del siglo XXI, nos cuesta entender un poco la lógica de la muerte por la defensa de alguna ideología o ideal. Vivimos en una época cuyo discurso discurre justamente por plantear la caída de todos los sistemas ideológicos. ¿Quién estaría dispuesto hoy a dar la vida por algo? Posiblemente no muchos, y no creo que eso sea necesariamente malo. Elegir la vida siempre va a ser una sabia decisión. El desafío, me parece a mí, es poder abrazar las causas que nos movilicen y que promuevan la construcción de un mundo mejor sin tener que llegar a un punto de confrontación que exija morir por tal o cual ideal. De hecho, la idea de morir por lograr un mundo mejor no deja de ser una suerte de sinsentido o de oxímoron.


Les cuento todo esto porque en las páginas de Talmud que estuve leyendo en estos últimos días me encontré con una frase de lectura (¡y aplicación!) obligatoria en nuestros tiempos. La frase dice así:

"Es preferible para un hombre lanzarse dentro de un horno en llamas antes que avergonzar a su prójimo en público."

En hebreo, avergonzar a una persona se dice literalmente "emblanquecer el rostro." Cuando humillamos a alguien, hacemos que su sangre deje de correr, al punto de que en el judaísmo se considera un acto equivalente al asesinato. Por tanto, nos dice el Talmud, deberíamos estar dispuestos a dar nuestra propia vida antes que avergonzar a los demás.


En tiempos en los que es moneda común la humillación pública de aquel que opina diferente a nosotros, la tradición judía nos invita a pensar dos veces antes de embarcarnos en ese tipo de actitudes. En tiempos en los que el ejercicio del poder se manifiesta en el ninguneo constante, en el emblanquecimiento sistemático del disidente, bien haríamos en recuperar las palabras del Talmud para aplicarlas en nuestras vidas. Y que quede claro: Mientras crucemos chicanas desde todos los sectores de la sociedad (si: todos chicanean, todos humillan y todos buscan avergonzar al que opina distinto, seas oficialista o seas oposición) pocas posibilidades tendremos de construir algo diferente. Ya que, en última instancia, lo que nos está intentando enseñar el Talmud es que no hay cuerpo social que pueda crecer y desarrollarse en un caldo de cultivo que promueve el cinismo como forma de interacción básica. 

Una sociedad madura sólo puede surgir cuando aprendemos a convivir en el disenso, cuando logramos aceptar las diferencias y cuando podemos intercambiar ideas sin tener que humillarnos los unos a los otros compitiendo por ver quien es el más sagaz a la hora de procurar el chicaneo más corrosivo y mordaz. En este sentido la tradición judía es optimista: Sí es posible aspirar a una sociedad más sabia, más flexible y más humana.

¡HADRAN ALAJ KEITZAD MEBARJIN!
¡VOLVEREMOS A TI KEITZAD MEBARJIN!

martes, septiembre 25

Genealogía de la manzana

Brajot 38a - 40b

Dicen que a Newton se le cayó una manzana encima, y que de golpe entendió cómo funcionaba la fuerza de gravedad.
Dicen que Guillermo Tell era tan buen arquero que pudo librarse de un castigo certero cuando disparó su ballesta y clavó la flecha en la manzana que se encontraba sobre la cabeza de su propio hijo.
Y dicen que Adán y Eva terminaron su estadia paradisíaca en el jardín del Edén gracias a la ingesta de una manzana prohibida.


Sobre Newton, Tell y sus manzanas el Talmud no dice absolutamente nada.
Pero lo (tal vez) sorpresivo es que sobre la manzana de Adán y Eva tampoco hay registro alguno. Para los sabios talmúdicos, la manzana nunca fue una opción a considerar como el fruto del árbol que se encontraba en el corazón del Edén.

Por el contrario, el Talmud se plantea tres opciones posibles en la búsqueda por identificar el árbol que les concedió al primer hombre y a la primera mujer el conocimiento del bien y del mal.

Rabi Meir creía que el árbol en cuestión era la vid. ¿Su razón? "No tienes algo que traiga llanto al hombre como el vino, como está dicho [sobre Noé]: 'Bebió el vino y se embriagó [y se desnudó en medio de su tienda]' (Gn. 9:21)."
Para Rabi Meir, comer de la vid trajo sufrimiento a la vida de la humanidad. Al igual que generaciones después habría de pasar con Noé y más tarde con Lot, beber vino conlleva - al menos en el contexto bíblico - muchos dolores de cabeza (¡y no sólo en términos literales!). ¿Qué otra fruta sino la vid pudo ser la culpable de la expulsión?


Por su parte, Rabi Iehuda sostenía que lo que Adán y Eva comieron fue trigo. ¿Su razón? "Ya que no hay bebé que sepa llamar a su papá y a su mamá hasta que comienza a probar el sabor del trigo."
Rabi Iehuda identifica el fruto a partir de los efectos que trae su ingesta: Si la primera pareja de la tierra comenzó a distinguir el bien del mal luego de comer del árbol, entonces aquello que comieron tuvo que ser semejante a lo que come un bebé que empieza a platicar y a diferenciar entre su mamá y su papá. ¿Qué es lo primero que (al parecer) comía un bebé en los tiempos del Talmud? Trigo. ¿Que es lo primero que tuvieron que comer Adán y Eva para dar por terminada su inocencia y comenzar a vivir haciendose cargo de las consecuencias de sus actos? Trigo.


Por último, Rabi Nejemia nos regala una tercera posibilidad. Para él, el fruto prohibido fue un higo. ¿Su razón? "Con aquello que se equivocaron fue que también se arreglaron, como está dicho: '[Entonces fueron abiertos los ojos de ambos y se dieron cuenta de que estaban desnudos.] Cosieron hojas de higuera [y se hicieron ropas]' (Gn. 3:7)."
Rabi Nejemia es un pragmático. Si había sólo un árbol en medio del jardín, y ni bien comieron de él Adán y Eva dieron cuenta de su desnudez y se quisieron tapar, de seguro que lo primero que tomaron para cubrirse fueron las hojas del mismo árbol que tenían a la mano. Si la Tora registra que el árbol que usaron para hacerse ropas era una higuera, entonces el fruto prohibido habrá de haber sido el higo.


Sin embargo, el mensaje de Rabi Nejemia (que en el Talmud aparece segundo y yo dejé para el final) nos deja una enseñanza importante en esta víspera de Iom Kipur: Aquello con lo que nos equivocamos puede transformarse en la base sobre la cual reconstruir y reparar. A pocas horas de empezar una jornada muy intensa en el calendario judío, el deseo es que podamos aprender de nuestros errores y que podamos hacernos de la valentía que exige enmendar los daños que nuestros desaciertos a veces generan. En este sentido, la tradición judía es sumamente optimista y confía en nuestra capacidad de cambiar para bien, y en las posibilidades que cada uno de nosotros tiene de hacer todo lo que se encuentre en nuestras manos para dejar una huella positiva durante nuestro paso por el mundo.

¡Gmar Jatima Tova!
¡Que seamos inscriptos y rubricados en el libro de la vida, la bendición y el bien!

domingo, septiembre 23

Con la democracia se come

Brajot 36a - 37b

¿Se acuerdan de Raban Gamliel?
Sí, se trata del mismo rabino que, detentando el poder, humillaba a sus colegas y alumnos hasta que el pueblo dijo basta y lo pusieron de patitas en la calle.

El Talmud registra en varias oportunidades la fuerte personalidad de Raban Gamliel y su costumbre de imponer sus puntos de vista. Asimismo, el texto también da testimonio de las formas en las que los rabinos lograban hacerle frente y acallar sus planteos. Miren, por caso, lo que pasó hace muchos años, mientras los sabios compartían una comida en Jericó:

Ocurrió con Raban Gamliel y los sabios, que estaban reclinados en una terraza en Jericó. Les trajeron dátiles y comieron. 
[Al finalizar] le dio Raban Gamliel permiso a Rabi Akiva para bendecir.
Se apresuró Rabi Akiva y bendijo una bendición [corta] que equivale a tres.
Le dijo Raban Gamliel: Akiva, ¿hasta cuándo meterás tu cabeza en discusiones?
Le respondió: Maestro, aun cuando tú dices así y tus colegas dicen asá, ya nos has enseñado que cuando hay posturas personales y posturas grupales, la ley se determina conforme a la mayoría.


Este pequeño relato pone de manifiesto los siguientes puntos:

1. Lo cortés no quita lo valiente: Mientras que Raban Gamliel ningunea a Rabi Akiva quitándole el título y llamándolo por su nombre, Rabi Akiva no sólo que sigue nombrando a Raban Gamliel como "Maestro" sino que además para cerrarle la boca cita una de sus enseñanzas en relación a cómo se define la ley.

2. La ley es fruto del consenso: La máxima rabínica que nos enseña que la ley se fija de acuerdo con las mayorías muestra claramente que la normativa judía es subjetiva y  humana. A diferencia de otras estructuras legales que anclan su autoridad en que la ley es "la palabra de Ds," en el Talmud queda en evidencia que la ley surge de consensos y acuerdos, que la norma es fruto de mayorías y democracias.


Para los sabios, el carácter democrático de la ley no reducía su sacralidad ni su centralidad. Reconocer que las reglas surgían del intercambio, la retórica y la capacidad argumentativa de los sabios promovía planteos sutiles y un estudio profundo de las fuentes. Nadie podía decir que la ley era de tal manera porque Ds así lo había decretado. Por el contrario, el Talmud va a declarar (en otro lugar) que las opiniones divergentes en lo que refiere a la ley manifiestan "la palabra del Ds vivo:" Ds no está nunca de un lado o del otro de la ley, sino en la celebración de los procesos democráticos que se respetan y honran. Es en el marco de la construcción subjetiva y mayoritaria de la norma que la ley judía vive y se organiza. Es en este marco en el cual el judaísmo se nutrió y se formó. Muchos años después de Raban Gamliel y Rabi Akiva, es importante que no nos olvidemos de un legado tan preciado.

viernes, septiembre 21

Bendecir, agradecer, reconocer

Brajot 35a - 35b

Nuestras vidas suelen ser el devenir de lo que nos sucede mientras vamos corriendo de un lugar a otro. Parecería ser que en estos tiempos nos cuesta frenar un poco con el ritmo de vida que llevamos, el cual nos hace estar todo el tiempo de aquí para allá. Todo va demasiado rápido, todo es demasiado frenético. Y mientras eso ocurre, terminamos por olvidarnos de las cosas verdaderamente importantes (para más sobre esto, vean la PD).


En la página del día, el Talmud se encuentra discutiendo los detalles legales en relación a las bendiciones previas y posteriores a comer alimentos. Los sabios buscan explicar de dónde sabemos que es importante bendecir la comida, y se arman de toda clase de recursos interpretativos que no terminan de convencerlos. Hasta que uno de ellos sostiene:

"Es lógico: El hombre tiene prohibido disfrutar de este mundo sin bendecir por él."

Miren que lindo: Somos llamados a bendecir a fin de poder disfrutar del mundo que nos rodea. En este sentido, la bendición viene a transformarse en una herramienta que nos permite frenar un poco, tomar consciencia de aquello que nos rodea, y poder entonces consagrar el tiempo necesario para apreciarlo, para reconocerlo y para agradecer por la posibilidad que tenemos de disfrutar de todo aquello.


Es por eso que el acto de bendecir no solamente se reduce o remite a contextos religiosos. No hay que creer en Ds o practicar alguna religión específica para bendecir (aunque en mi caso así sea). Porque la tarea de reconocer, agradecer y celebrar los milagros de la vida cotidiana es una tarea que nos debemos todos a fin de mejorar nuestra calidad de vida, dándonos la chance de expandir nuestras consciencias y ejercitar el músculo del espíritu (sí, el espíritu es un músculo: si no se ejercita se atrofia) en el desafío de armarnos de perspectiva y dar cuenta de todo lo bueno con lo que contamos, incluso en momentos de dificultad.

En consecuencia, no sólo tenemos prohibido disfrutar del mundo si no bendecimos por él. A fines prácticos, nadie puede disfrutar del mundo si no se toma el tiempo para dejar de correr, para zafarse de la monotonía cotidiana y para apreciar lo maravilloso que se encuentra a nuestro alrededor esperando que tengamos a bien reducir el ritmo y el estrés mientras maximizamos nuestra capacidad de vivir con plenitud cada día, a toda hora y en todo momento.


PD: Sobre los ritmos frenéticos del mundo contemporáneo, le recomiendo la columna de @bilinkis y @garbulsky en @bastatodo al respecto. La pueden encontrar aquí.

jueves, septiembre 20

Determinismo y Libre Albedrío

Brajot 33a - 34b

Uno de los pilares fundamentales de la tradición judía descansa en lo que se suele llama "libre albedrío." Somos libres para elegir nuestro propio camino, pudiendo construir aquello que somos en un hacer cotidiano que, en caso de ser necesario, puede modificarse para bien. En este sentido, somos responsables de nuestras propias decisiones y no podemos escudarnos en la idea de que todo lo que nos sucede es producto del destino.


Cerrando el quinto capítulo del tratado de Brajot, el Talmud nos regala una frase que da cuenta de la centralidad del libre albedrío por un lado, y de la necesidad divina de que nosotros seamos agentes con libertad de elección por el otro. En boca de Rabi Janina, se nos enseña que:

"Todo depende del Cielo, exceptuando el temor reverente hacia el Cielo."

Si frente a una primera lectura la oración les parece contradictoria, entonces ¡enhorabuena! Efectivamente, a primera vista parecería que Rabi Janina dice una cosa y su opuesta en una misma aseveración. No obstante, si volvemos a leer la frase con un poco de detenimiento podremos entender cuál es - al menos para los sabios talmúdicos - la voluntad de Ds en relación a los seres humanos. Si volvemos a leer la frase, creo que podremos saber hacia donde ir.


La enseñanza de Rabi Janina comienza especulando con la idea de que todo lo que ocurre, ocurre porque es voluntad y designio del Cielo: Parecería ser que nada, ni siquiera la hoja caida de un árbol en otoño, queda por fuera del control celestial. Y, en consecuencia, no habría mucho lugar para que la libertad se pueda desplegar a gusto.

Sin embargo, la segunda parte de las palabras de Rabi Janina viene a mostrarnos excepción a la regla, con la salvedad de que siendo una excepción tan central, termina por tirar abajo toda la afirmación inicial del sabio. Si hay algo que Ds no puede (¡ni quiere!) controlar es el temor reverente que la humanidad pueda tener por Él. Aquello que queda por fuera del poder de Ds es nuestra decisión de forjar una relación duradera con lo divino, a fin de que Ds pueda ser regresado al mundo. Y por tanto, aquel que en un principio parecía contar con un poder absoluto, ahora se ubica en un lugar de profunda vulnerabilidad: Si nadie se relaciona con Ds, entonces lo divino se vuelve como aquel árbol que cae en medio de la nada y, sin nadie que esté allí para escucharlo, no hace ruido alguno ni genera ningún cambio a su alrededor. Ds, nos dice Rabi Janina de manera sutil y profunda, necesita del hombre que lo reconozca como tal, que establezca el pacto y que lo sostenga por amor a la relación en sí.


No es casual que Rosh haShana sea en el calendario hebreo el momento en el que coronamos a Ds como Rey del universo. Efectivamente, si no somos nosotros - los seres humanos - aquellos que coronamos a Ds, entonces Ds es un Rey sin reino, un Rey sin corona. De aquí la centralidad del vínculo para el judaísmo, y la importancia de afirmar con nuestros actos el interés por seguir en relación con Ds. Porque aun contando con un gran poder, Ds sigue saliendo a nuestro encuentro y somos nosotros, de alguna manera, los que tenemos la última palabra.

¡HADRAN ALAJ EIN OMDIM!
¡VOLVEREMOS A TI EIN OMDIM!

martes, septiembre 18

Poniendo a Ds contra las cuerdas

Brajot 31a - 32b

Hace algunas horas empezó un nuevo año judío. La cuenta marca 5773 años.
Fueron jornadas de mucha intensidad, de mucha plegaria y de mucha introspección.

Aun así, no quería dejar de tomarme unos minutos para escribir este post porque en uno de los pasajes que leí en estos días hay una imagen que es sencillamente memorable. Y de yapa tiene que ver con la aspiración de un perdón celestial en estos días que conectan a Rosh haShana con Iom Kipur, el día de la expiación.

En el Pentateuco se nos cuenta que cuando Moshe regresó junto al pueblo de Israel luego de haber pasado cuarenta días recibiendo la Tora en el monte Sinaí, el pueblo en lugar de esperarlo con bombos y platillos había organizado una fiesta, pero el convidado especial era un becerro de oro. Moshe rompe las tablas, neutraliza la rebelión pagana y sube de regreso a la montaña para gestionar el perdón divino. Pero Ds no quiere perdonar: "Déjame que se encienda mi ira contra ellos y los consuma" - le dice Ds a Moshe - "pero de ti Yo haré una nación grande" (Ex. 32:10).


Es teniendo este versículo en mente que el Talmud desliza una frase fabulosa. Pero antes, la antecede por un principio que le ofrece a los sabios una suerte de cheque en blanco para dejar volar su imagición: "Si no estuviera esto escrito, no lo podríamos decir." En otras palabras: Lo que están por declarar los sabios bordea sin muchas sutilizas los límites de lo que tal vez otros definirían como herejía pero ellos no. En este caso, lo que dicen es lo siguiente:

"[El versículo] nos enseña que Moshe tomó al Santo bendito sea como aquel hombre que toma a su compañero por las solapas de su vestimenta y le dijo: Soberano del universo, no te pienso soltar hasta que los perdones."


¿Se imaginan a Moshe poniendo a Ds contra las cuerdas?
No se ustedes, pero a mi me conmueve el atrevimiento de los sabios talmúdicos de imaginar y compartir con nosotros los lectores este tipo de imágenes. En esta misma página el Talmud va a proponer otros métodos de negociación a los que recurrió Moshe para que Ds cambie de opinión, pero esta versión del matón - aun cuando no comulgo con el modelo para ser aplicado en otras situaciones - no deja de parecerme maravillosa. Ds puede ser puesto contra las cuerdas, al punto de llegar a que reconozca su error, cambie su parecer, y perdone al pueblo.

Sin tanta necesidad de violencia, y por otros medios, durante todos estos días estaremos abocados justamente a eso: reconocer nuestras propias fallas, apelar al amor divino y procurar tener todos el mejor año posible. ¡Shana Tova!

domingo, septiembre 16

De enojos y de alcohol

Brajot 29a - 30b

Ya hemos visto que el Talmud puede brincar desde discusiones técnicas que buscan definir cuál debe ser la ley a relatos que bordean lo que hoy llamaríamos literatura fantástica. En este oportunidad, veremos una mezcla de ambas, cuando nos encontremos de nueva cuenta con la presencia del profeta Elías, quien cada tanto aparece para enseñarle a los rabinos algunas cosas importantes.

No es casual que, entre todos los profetas, sea Elías quien se les aparece a los sabios. De acuerdo al relato bíblico, Elías nunca se murió, ya que ascendió vivito y coleando al cielo montando una carroza de fuego.


En esta oportunidad, Eliahu - como es su nombre en hebreo - se le presenta a Rav Iehuda para enseñarle lo siguiente:

"No te enojes y no pecarás,
No te embriagues y no pecarás,
Y cuando sales al camino encomiéndate a Tu creador y sal."

Mientras que al Talmud le interesa especialmente la última de las tres enseñanzas, ya que se encuentra detallando las particularidades de Tefilat haDerej, o la oración que debemos decir cuando salimos de viaje, en esta oportunidad yo quiero concentrarme en las primeras dos enseñanzas: El enojo y la embriaguez conforman raíces cuyos frutos son la transgresión. 

Cuando nos enojamos, nos ponemos en la situación de creer que el mundo nos debe, y en lugar de abrirnos a los demás nos encerramos en nosotros mismos llegando incluso a sentir lástima por nuestro triste devenir. De aquí que al enojado sólo le importa lo que pasa con él y no le interesa lo que ocurra con el resto. Es puro yo, yo, yo. Nada bueno sale de eso.


De manera similar, aunque a la inversa, quien se embriaga se olvida de los demás buscando olvidarse también de su propio ser. Quien ahoga sus penas en alcohol busca desaparecer, como si la borrachera pudiera arreglar algo. Aquí vemos la pura nada, nada nada, en sus dos versiones: no me hago cargo de lo que hice o no me hago cargo de lo que la vida me puso por delante. Ninguna de las dos resuelve nada, y por tanto nada bueno sale de eso tampoco.


Es por eso que Eliahu le enseña a Rav Iehuda - y a todos nosotros - que el camino no puede ser ese. Cuando salimos al camino - ¡incluyendo el camino de la vida! - lo que tenemos que procurar es abrirnos al encuentro con los demás. Ni yo, yo, yo, ni nada, nada, nada. La clave para una vida plena es caminar en sociedad, tanto con nuestros semejantes como con Ds. Una vez que tenemos eso claro, lo único que resta es salir y caminar, en la esperanza de que ese camino sea profundamente significativo e inspirador tanto para nosotros como para quienes nos rodean y acompañan.

En ese espíritu no sólo terminamos un nuevo capítulo del tratado talmúdico de Brajot sino también un nuevo año de acuerdo al calendario judío. Que el próximo año sea un año de menos enojos, de menos borracheras y de más trabajo conjunto y de más caminatas compartidas. ¡Shana Tova!


¡HADRAN ALAJ TFILAT HASHAJAR!
¡VOLVEREMOS A TI TFILAT HASHAJAR!

PD: Si el tema de los enojos y las borracheras les interesa, esto publiqué en relación a otro texto talmúdico que habla sobre principios similares: "El amor entre alegorías y alegrías."

viernes, septiembre 14

Paparazzis

Brajot 28a - 28b

Una de las medidas de éxito de nuestros tiempos es ver cuántos fotógrafos te siguen a sol y sombra para tomarte fotos en situaciones que van desde situaciones cotidianas hasta momentos que son parte de la intimidad de cada quien. Todos sabemos que hay cierto morbo patológico en la búsqueda por mostrar lo que debería ser la privacidad de las personas. Pero para una gran mayoría es simplemente inevitable: es morboso pero eso no reduce las ganas de ver, sino que incluso a veces las exacerba.


Por otro lado, está el tema de cómo nos afecta la mirada del otro en aquello que hacemos y en aquello que dejamos de hacer. Estemos dispuestos a reconocerlo o no, no solemos comportarnos de igual forma cuando estamos solos que cuando estamos acompañados. Más aun: Solemos ser personas diferentes dependiendo de quiénes son los que nos rodean en un momento dado.

Entender un poco estas cosas es importante para poder dar cuenta de la bendición que Raban Iojanan ben Zakai - el sabio más importante de su generación y uno de los responsables directos de la supervivencia del judaísmo luego de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalem en el año 70 e.c. - le dio a sus alumnos antes de morir. Sus palabras fueron:

"Que el temor reverente que sienten por el Cielo sea igual al temor reverente que sienten por los seres humanos."

El Talmud registra la sensación de sabor a nada de los alumnos al oir esta bendición. "¿Esto es todo?" le preguntaron. Y fue entonces que Raban Iojanan ben Zakai les explicó que así como los seres humanos solemos modificar nuestras conductas cuando sabemos que alguien nos mira, el desafío es poder actuar con bondad en todo momento, inspirados por lo que tradicionalmente se llama "temor reverente," y que de alguna manera puede ser entendido o bien como la certeza de que Ds nos mira o bien como el hecho de que nosotros mismos tenemos la capacidad de darnos cuenta cuando estamos haciendo las cosas bien, y cuando nos estamos equivocando. En lugar de buscar un Gran Ojo afuera, o un Paparazzi celestial que nos persigue sin darnos respiro, el desafío más grande que tenemos es el de poder hacernos cargo de nuestras propias acciones y ser lo más congruentes posible con nosotros mismos tanto en público como en privado.

jueves, septiembre 13

Rebelión en la escuela

Brajot 27a - 28a

Hay relatos talmúdicos que son simplemente fascinantes.
Entre otras razones, son fascinantes porque nos abren la puerta a un mundo que, emplazado hace mil novecientos años atrás, nos muestra situaciones y actitudes propias de nuestros tiempos. Peleas, celos, reconciliaciones. Modelos contrapuestos de ver la vida que chocan irremediablemente. Las historias talmúdicas, como tantas otras historias, encarnan la condición humana en forma de relato.

ESCENA 1
Ocurrió que un alumno se presentó delante de Rabi Ioshua.
Le dijo: ¿La plegaria de la noche es optativa u obligatoria?
Le respondió: Optativa.
Fue [el alumno] delante de Raban Gamliel.
Le dijo: ¿La plegaria de la noche es optativa u obligatoria?
Le respondió: Obligatoria.
Le dijo: ¿Acaso Rabi Ioshua no dice que es optativa?
Le respondió: Espera a que ingresen los estudiantes a la Casa de Estudios.
Comentario: Una vez más el Talmud nos muestra el estado líquido - por usar palabras de Zygmunt Bauman - de la ley judía en estos tiempos. Todavía no queda claro si el rezo nocturno es obligatorio u optativo. No obstante, aquí el punto importante es que Raban Gamliel es el director de la Casa de Estudios y la figura rabínica más influyente de aquel entonces. Por tanto, aun si la ley todavía no está definida, ¿es posible enfrentarse y disentir con aquel que detenta el poder? ¿Lo permitirá?

ESCENA 2
Cuando ingresaron los estudiantes se levantó el que había hecho la pregunta e inquirió nuevamente: ¿La plegaria de la noche es optativa u obligatoria?
Le respondió Raban Gamliel: Obligatoria.
Le dijo Raban Gamliel a los sabios: ¿Acaso hay aquí algún hombre que disiente en este tema?
Le dijo Rabi Ioshua: No.
Le respondió [Raban Gamliel]: ¿Acaso no me han dicho en tu nombre que dices que es optativa?
Le dijo [Raban Gamliel]: Ioshua, ponte de pie y que den testimonio sobre ti.
Se puso de pie Rabi Ioshua y dijo: Si yo estuviera vivo y [el testigo] muerto, el vivo puede negar al muerto. Pero ahora que tanto yo como él estamos vivos, ¿cómo puede el vivo negar al vivo?
Raban Gamliel estaba sentado y enseñaba, mientras que Rabi Ioshua se quedó de pie [como castigo por su insubordinación].
Hasta que todo el pueblo habló y le dijo a Jutzpit el traductor: ¡Frena!
Y frenó.
Comentario: Raban Gamliel aprovecha la oportunidad para dar cuenta de quién es el que manda. Si prestan atención, verán que al hablar con Rabi Ioshua no lo llama "Rabi," quitándole de esa manera su investidura. Pero lo interesante es que cuando Raban Gamliel busca exponer a quien osa pensar distinto, Rabi Ioshua prefiere evitar la contienda. Posiblemente en su pragmatismo sabe que no hay forma de que la discusión terminé bien, o que la balanza se incline a su favor. Raban Gamliel parece saberlo también, ya que lo presiona hasta que Rabi Ioshua confiesa su disidencia. Que el sabio deba permanecer de pie mientras la clase continua con todo el mundo sentado es testimonio de la exposición y humillación a la que es condenado. Pero, ¿es posible seguir así para siempre?

ESCENA 3
Dijeron [los presentes]: ¿Hasta cuándo seguirá ofendiendo [Raban Gamliel a Rabi Ioshua]? Ya en Rosh haShana lo humilló. Y también con lo que ocurrió con el caso de los primogénitos y Rabi Tzadok lo humilló. Ahora también lo está humillando. ¡Quitémoslo de su puesto!
Comentario: El Talmud nos cuenta que no es la primera vez que Raban Gamliel ofende a Rabi Ioshua. Sin entrar en los detalles de las otras humillaciones, podemos ver que aquí hay un patrón que se repite: Aquel que es poderoso aplaca a los disidentes exponiéndolos y maltratándolos. Pero eso no es sano para ningún sistema, y menos para la estrcutura que se supone que está encargada de definir cuál será la ley judía y la manera en la que los judíos buscarán santificar sus vidas. ¿Puede un déspota ser líder de un emprendimiento tan importante para el judaísmo? ¡Por supuesto que no! Empieza la revolución...

ESCENA 4
¿A quién pondremos en su lugar?
¿Si ponemos a Rabi Ioshua? Él es parte del conflicto.
¿Si ponemos a Rabi Akiva? Tal vez lo castigue [Raban Gamliel] ya que no tiene antepasados prestigiosos.
¿Si ponemos a Rabi Eleazar ben Azaria? Es sabio, rico y es la décima [generación] de Ezra [el escriba]. Es sabio, así que si le hacen preguntas difíciles las podrá resolver; es rico, así que si tiene que negociar en casa del César puede hacerlo; y el la décima [generación] de Ezra, así que tiene antepasados prestigiosos y no pueden castigarlo por falta de ellos.
Comentario: La elección del sucesor es interesante de por sí. Primero porque al parecer se trata de un proceso democrático, en el sentido de que los sabios se dedican a deliberar quién es el que puede ocupar ese puesto tan prestigioso. El elegido será casi un tapado: alguien que no es uno de los sabios más reconocidos de su generación, pero quien tenía - además de sus conocimientos - tres puntos importantes a su favor: tenía recursos para no tener que trabajar y dedicarse a tiempo completo a la tarea de enseñar pero también de negociar con el poder romano (¡el líder de la Casa de Estudios era también el líder del pueblo y el responsable de lidiar con las autoridades romanas!), tenía antepasados de renombre y no había estado involucrado en la pelea: En lugar de elegir a la oposición a Raban Gamliel, la decisión será más inteligente, buscando un tercero que de lugar a una futura reconciliación entre Rabi Ioshua y Raban Gamliel.

ESCENA 5
Fueron y le preguntaron [los sabios a Rabi Eleazar ben Azaria]: ¿Quisiera nuestro maestro ser el director de la Casa de Estudios?
Les respondió: Iré a consultarlo con mi familia.
Fue y pidió consejo a su mujer.
Le dijo [ella]: Tal vez te vayan a quitar del puesto también a ti.
Le respondió: Que use el hombre por un día un vaso costoso y que luego se rompa.
Le dijo [ella]: No tienes canas.
Aquel día tenía [Rabi Eleazar] dieciocho años. Ese día le ocurrió un milagro y dieciocho filas de su cabello se encanecieron.
Por esto dijo Rabi Eleazar ben Azaria: Parezco yo de setenta años.
Comentario: Rabi Eleazar da cuenta de su sabiduría desde el primer momento en que lo invitan a suceder a Raban Gamliel: Antes de tomar cualquier decisión lo platicará con su familia, y en especial con su mujer. Y aun cuando podemos ver que él quiere el puesto más allá de los miedos que su esposa deja entrever, no deja de ser meritorio un sabio que en una sociedad tan patriarcal deja esperando a sus colegas para consultar las cosas importantes en su casa. Más allá de eso, Rabi Eleazar también nos enseña lo importante de poder disfrutar de aquellos buenos momentos que nos da la vida, más allá de saber que nada es para siempre.

ESCENA 6
Aquel día [en que corrieron a Raban Gamliel] quitaron al cuidador de la puerta y le dieron permiso a los alumnos para que ingresen. Ya que Raban Gamliel solía decretar y decir: Todo alumno cuyo interior no refleja su exterior que no entre en la escuela [...]
Comentario: La revolución lleva a cambiar las reglas del juego de la institución educativa: Ya no habrá más guardia en la puerta que niegue el ingreso a nadie. Todo aquel que quiera estudiar podrá hacerlo. La escuela ya no será solamente para alumnos impecables, sino que todos podrán acceder allí a fin de mejorar cada quien en su propio nivel.

ESCENA 7
Se entristeció Raban Gamliel.
Dijo: Tal vez evité [con mi modelo] que la Tora [llegue] a Israel.
Le mostraron en un sueño vasijas blancas llenas de polvo [dando a entender que los nuevos alumnos no valían el esfuerzo].
Pero no era así, sino que aquel sueño fue para consolar [a Raban Gamliel]. [...]
Comentario: Raban Gamliel empieza a caer en la cuenta de sus propios errores. Todavía es temprano para hablar de arrepentimiento, pero su tristeza da cuenta de la capacidad de este sabio de revertir posiciones y cambiar. Por otro lado, el sueño "mentiroso" que intenta consolarlo parecería reforzar la idea de que no siempre la verdad es el valor supremo, y que la dignidad de las personas está por encima de tener la razón. Quizá ese énfasis en la propia dignidad de Raban Gamliel lleve al sabio a buscar una futura reconciliación con Rabi Ioshua.

ESCENA 8
No hubo en aquel día ley dudosa que no se defina en la Casa de Estudios. Y ni siquiera Raban Gamliel se ausentó de la Casa de Estudios aunque sea por una hora.
Comentario: Seguimos viendo los efectos del cambio de modelo. Todas las leyes que antes quedaban en el limbo de la incertidumbre fueron resueltas y definidas. Paradójicamente (¡o no!), ahora cuando ya no hay nadie que haga un ejercicio casi déspota del poder, se puede apelar a las mayorías para dictaminar la ley.

ESCENA 9
En aquel día se presentó Iehuda, un prosélito de Amón, delante de ellos y les dijo: ¿Puedo sumarme a la congregación [de Israel]?
Le dijo Raban Gamliel: Está prohibido que te sumes a la congregación.
Le dijo Rabi Ioshua: Está permitido que te sumes a la congregación [...]
Le permitieron sumarse a la congregación.
Comentario: ¡Siguen los cambios! Ahora no solamente que Rabi Ioshua no tiene miedo de disentir con Raban Gamliel, sino que los sabios no tienen problema en decidir que la ley se dictamine en contra del ex director. Ahora que ya no detenta el poder, Raban Gamliel es uno más, y aun cuando puede manifestar su opinión, eso ya no significa que su voz sea infalible.

ESCENA 10
Dijo Raban Gamliel: Siendo que así son las cosas iré a reconciliarme con Rabi Ioshua.
Cuando llegó a su casa, vio que las paredes eran negras.
Le dijo [Raban Gamliel a Rabi Ioshua]: De las paredes de tu casa veo que trabajas con carbon.
Le respondió: Pobre la generación que te tiene como su líder, ya que no conoces los sufrimientos de los estudiosos, no sabes de qué viven y cómo consiguen su comida.
Le dijo [Raban Gamliel a Rabi Ioshua]: Te lastimé. Perdóname.
No le prestó atención [Rabi Ioshua a Raban Gamliel].
[Le dijo:] Hazlo en honor a mi padre.
Lo perdonó.
Comentario: En esta última escena, Raban Gamliel finalmente entiende que tiene que ir a disculparse con Rabi Ioshua. Pero el Talmud da cuenta de la brecha entre Gamliel y sus alumnos al dar testimonio de que el líder de su generación no sabía nada de sus alumnos. Mientras que él no tenía problmas de sustento y manutención, tampoco daba cuenta de que otros podían pasar hambre y penurias, y que además de dedicarse al estudio debían procurar el pan de cada día. Sin embargo, Rabi Ioshua lo termina perdonando, lo cual no deja de ser un buen mensaje para estos días previos al inicio de un nuevo año en la tradición judía: El problema no está en pelearnos y disentir, sino en perder la capacidad de aceptar que el otro pueda pensar distinto. Raban Gamliel tuvo que ser expulsado de su puesto para dar paso a este proceso de cambio. A veces parecería ser que sólo frente a situaciones límites nos disponemos a cambiar. Tal vez el mensaje del relato talmúdico sea que no es necesario esperar hasta último momento para modificar las actitudes que nos terminan causando más daños que beneficios.

El Talmud continua algunas líneas más con la historia, y nos narra la forma en que los sabios aceptaron regresar a un Raban Gamliel arrepentido y cambiado a su puesto de liderazgo sin por eso humillar ni ofender a Rabi Eliezer. Pero por el momento prefiero terminar el relato aquí, con la búsqueda de reconciliación de Raban Gamliel, y el gesto de un perdón sincero por parte de Rabi Ioshua.

miércoles, septiembre 12

Lenguaje corporal

Brajot 26a - 26b

De acuerdo a la opinión de Rabi Iosi "las plegarias fueron establecidas por los patriarcas."


Rabi Iosi habla de los tres momentos de oración diarios fijados por la tradición judía: mañana, tarde y noche. Sin embargo, basta con leer el texto bíblico para dar cuenta de que en aquellos tiempos la plegaria no era obligatoria ni pautada en tiempos y textos litúrgicos sino que básicamente era producto de aquel que quería pedir o agradecer espontáneamente por aquello que le estaba ocurriendo en vida.

¿De dónde saca entonces Rabi Iosi la idea de vincular a los patriarcas con las plegarias fijas? Es obvio: del texto bíblico. ¿¿¿Pero no dijimos que en la Biblia Hebrea no hay indicio alguno de una oración diaria con tiempos específicos???


Dice Rabi Iosi:
Sabemos que Abraham estableció la plegaria matutina porque en el Pentateuco está escrito: "Se levantó Abraham por la mañana para ir hacia el lugar adonde se había parado delante de Ad-nai" (Gn. 19:27). Estar parado, nos dice Rabi Iosi, es sinónimo de plegaria.
Sabemos que Itzjak estableció la plegaria de la tarde porque en el Pentateuco está escrito: "Salió Isaac a dialogar al campo a la hora de la tarde" (Gn. 24:63). Dialogar, nos dice Rabi Iosi, es sinónimo de plegaria.
Sabemos que Iaacov estableció la plegaria de la noche porque en el Pentateuco está escrito: "Se encontró con el lugar y durmió allí porque el sol se había puesto." (Gn. 28:11). Encontrarse, nos dice Rabi Iosi, es sinónimo de plegaria.

Yo no se si fueron los patriarcas los que establecieron los tiempos específicos para rezar. Pero lo que sí se es aquello que la tradición judía considera como los pilares fundamentales de la plegaria: El lenguaje corporal de la oración judía nos encuentra de pie, nos propone un diálogo y promueve el encuentro con lo trascendente. Es en esa tríada postural que tres veces por día elevamos nuestra voz en plegaria. No desde la sumisión, la culpa o el temor, sino desde el intercambio entre dos (cada uno de nosotros y Ds, cada uno de nosotros en comunidad y Ds) que se buscan y necesitan mutuamente, afirmando en el diálogo la relación que los une.


En consecuencia, incluso si resulta que los patriarcas no establecieron los horarios fijos para rezar, hay que agradecerle a Rabi Iosi los versículos bíblicos que nos regala, ya que a través de ellos aprendemos sobre los valores e ideales centrales de la plegaria judía.

martes, septiembre 11

Reconociendo nuestras miserias

Brajot 25a - 26a

El final del tercer capítulo del tratado talmúdico de Brajot nos presenta una serie de discusiones escatológicas en relación a cómo proceder con la liturgia en lugares donde huele mal o donde hay presencia de caca o pis. Los sabios también se preguntan en relación a la desnudez propia o ajena y si uno puede rezar en esas condiciones o no.

Es difícil leer estos textos sin que se nos cruce la idea de que todo esto es demasiado bizarro. ¿Qué necesidad tenían los rabinos de antaño de regalarnos estas discusiones? Es cierto que al ser el judaísmo una tradición normativa holística nada puede quedar fuera de la discusión a fin de definir cuál será la ley en estos casos. Pero, ¿acaso no podían  los sabios hacer un pequeño resumen y evitarnos los detalles técnicos?

Quizá la clave que nos permita entender el racional talmúdico radique en una frase que aparece en medio de todo el intercambio legal, y que dice: "La Tora no le fue entregada a los ángeles."


Cuando el Talmud nos dice que la Tora no le fue entregada a los ángeles, nos confía uno de los pilares sobre los que se sostiene el judaísmo. A saber:

A diferencia de los ángeles, quienes no tienen libre albedrío, los seres humanos tenemos la capacidad de elegir, y es a partir de esas elecciones que vamos construyendo nuestro propio camino. En consecuencia, somos nosotros los que decidimos cómo comportarnos en cada situación que se nos presenta, pudiendo a veces equivocarnos y elegir mal. Si optar por la opción menos sabia no fuera posible, no habría ningún mérito en encarnar aquellos valores y virtudes propuestos por la Tora.

De igual manera, al declarar que la Tora no le fue entregada a los ángeles, el Talmud da cuenta de que somos seres fallidos y limitados, y que parte del desafio que debemos asumir es el de trabajar con la vista puesta en el horizonte de la perfectibilidad. Para ello, es necesario reconocer nuestras miserias y aceptar nuestros errores a fin de corregirlos. De alguna manera, la Tora se transforma en una caja de herramientas para repararnos tanto a nosotros mismos como a la sociedad en la que vivimos, inspirándonos en la esperanza de transformar nuestras vidas para bien.


[¡Nota importante! Que a nadie se le ocurra creer que cuando hablo de Tora estoy haciendo referencia a una única forma de entenderla y encarnarla en acciones cotidianas. La idea de que hay una sóla manera de vivir el judaísmo es un invento moderno, el cual paradójicamente va en contra de toda la historia judía. Cada uno de nosotros debería poder sumergirse en los textos y tradiciones resignificándolos para que sigan siendo auténticos y relevantes en nuestros tiempos. Eso requiere del compromiso para reinterpretar el pasado y encarnarlo de manera concreta en el presente.]

¡HADRAN ALAJ MI SHEMETO!
¡VOLVEREMOS A TI MI SHEMETO!

lunes, septiembre 10

Gritar en silencio

Brajot 24a - 24b

¿Les pasó alguna vez de ser testigos de una discusión en la que lo que se empieza a elevar no es la capacidad de argumentación de los participantes sino el tono de voz del intercambio?

En estas situaciones, resulta bastante sencillo reconocer el punto en el que ya no importa quién es el más articulado, o cuál de los dos tiene los argumentos más sólidos a su favor. Es entonces que el debate pierde todo sentido: Empezamos a creer que el que grita más será el que a la postre venza en la contienda. Sin embargo, no necesitamos más que tomar algo de perspectiva para recordar la famosa frase que dice: "No por gritar más fuerte significa que tienes más razón."


A veces, el acto de gritar lo único que pone de manifiesto es nuestra inseguridad frente a lo que tratamos de defender. Como sabemos que tenemos pocos puntos fuertes para articular nuestra posición, intentamos cubrir esas falencias con el tono de voz o la postura que adoptamos. Esto también incluye, por ejemplo, dejar de defender nuestra postura para dedicarnos a atacar la postura contraria. [Nota: cualquier relación con lo que pueda ocurrir con candidatos politicos en tiempos de campaña electoral no debe ser pura coincidencia.]

En este contexto creo que es interesante leer lo que el Talmud tiene para contarnos hoy sobre la plegaria. En la hoja del día podemos leer: "Aquel que hace oir su voz al rezar es de los que tiene poca fe; aquel que alza su voz en la plegaria es como los profetas mentirosos."

Rezar en voz alta, comenta Rashi, es un acto que deja traslucir nuestra poca fe en que Ds pueda oir nuestras plegarias si las decimos en voz baja. En consecuencia, rezar a los gritos no sólo no fortalecería nuestro espíritu sino que nos expondría frente al que dirán potencial de aquellos que no creen en lo importante de entrenarnos en la oración, la alabanza y por sobretodo el agradecimiento frente a los milagros de la vida cotidiana que nos rodean y acompañan.

Es también por esta razón que el Talmud define a quien reza alzando su voz como un profeta mentiroso, ya que de acuerdo a lo relatado en el primer libro de los Reyes, cuando los 400 profetas de Baal vieron que su deidad no les correspondía en el llamado, empezaron a gritar desesperados, algo que llevó al profeta Elías a proferir uno de los versículos más irónicos e lacerantes de todo el texto bíblico: "Gritad con voz más fuerte, porque es un dios que quizá esté meditando, o tenga algún trabajo, o se haya ido de viaje. ¡Tal vez esté durmiendoy haya que despertarlo!" (I Re. 18:27).


No por gritar más fuerte tendremos más razón, no por orar más alto Ds escuchará nuestras plegarias y no por elevar la voz al rezar lograremos fortalecernos en la fe. La fe no se defiende ni se sostiene a los gritos. Y por ello, la plegaria a la que aspiramos es aquella que se construye gritando en silencio.

Gritar en silencio no busca discutir en la desesperación de no saber de dónde aferrarnos. Por el contrario, al gritar en silencio buscamos movilizar nuestros corazones de igual manera que nuestro cuerpo vibra cuando escuchamos música a todo volumen. Y mientras gritamos en silencio no sólo fortalecemos la relación que nos une a Ds sino que nos inspiramos desde la profundidad de nuestro ser para vivir vidas de bondad junto a nuestros semejantes y seres queridos.

domingo, septiembre 9

Barras asimétricas

Brajot 22a - 23b

De acuerdo con el calendario hebreo, estamos transitando los últimos días del año. El próximo domingo 16/9 por la noche comenzará un nuevo ciclo, el año 5773. ¿Qué pasó hace 5773 años? Las respuestas varían, pero al menos por ahora diremos que los judíos contamos esos años celebrando los orígenes del hombre en tanto lo conocemos hoy.


Para la tradición judía, el año nuevo - o Rosh haShana - no es necesariamente un momento alegre sino un tiempo para la introspección: somos a hacer el balance existencial de nuestras vidas, conforme a las decisiones que fuimos tomando durante el año que está finalizando. En ese sentido, somos invitados a repensar nuestras relaciones, nuestros compromisos y nuestra capacidad para llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos.

Uno de los nombres que recibe el año nuevo judío es Iom haDin, el Día del Juicio. De acuerdo a la narrativa tradicional, en esta época Ds en tanto juez se sienta en Su trono y emite Su veredicto en relación a la forma en que nos comportamos: si nuestras buenas acciones han sobrepasado a nuestros errores seremos inscriptos para bien en el libro de la vida. Si no, tenemos chance hasta Iom Kipur - Día de la Expiación - para arrepentirnos y apelar a la misericordia celestial.


Pero en estos días no sólo creemos en el juicio divino. También nosotros nos juzgamos, y también recordamos cómo hemos juzgado a los demás. Si prestamos atención, podremos ver que vivimos inmersos en esa dialéctica de juzgar y ser juzgados. Más aun: en este sistema de juicios y prejuicios, no es muy difícil que se pervierta la estructura, exigiendo de los demás, por ejemplo, que actúen de maneras en las que nosotros no estamos dispuestos a actuar. En esa doble moral, somos rápidos para juzgar a quienes nos rodean, pero profundamente lentos para aplicar esos juicios absolutos e inapelables sobre nosotros mismos.

Bajo este contexto es que quiero compartir con ustedes la sabiduría de Rabi Iehuda, quien de acuerdo con lo que nos cuenta el Talmud, supo decirle a sus alumnos: "Mientras que soy flexible con los demás, soy estricto en lo que respecta a mi mismo."

Rabi Iehuda plantea el modelo inverso a lo que solemos hacer, ya sea por error o a conciencia: Mientras que somos indulgentes en lo referente a nuestras vidas, somos inflexibles frente a los errores de los demás. Por el contrario, Rabi Iehuda nos invita a ser comprensivos con nuestros semejantes al mismo tiempo que nos proponemos alcanzar estándares más altos en lo que hace a nuestras propias vidas.

En la tradición judía se nos enseña que en el Cielo somos juzgados de la misma forma en que en la tierra juzgamos a los demás. Si ponemos la vara alta, entonces así seremos tratados. Por tanto, al apelar a las varas asimétricas de Rabi Iehuda, no sólo apelamos a un juicio misericordioso en las alturas, sino que vamos desarrollando lazos de empatía con nuestros semejantes mientras aspiramos a que nuestras propias acciones nos lleven hacia la senda de una constante perfectibilidad. Sólo así, parece enseñarnos el sabio talmúdico, es que logramos volar más alto.


Seamos entonces flexibles abrazando a los demás en el lugar en el que se encuentran, sin sacrificar por eso la seriedad en aquello que decidimos hacer con nuestras propias prácticas y decisiones.