martes, marzo 19

Generalizaciones

Eruvin 26b - 41b

Generalizar es uno de esos recursos a los que echamos mano para tratar de hacer un poco de orden en el mundo que nos rodea. Todos sabemos que las generalizaciones son una suerte de abstracción subjetiva pero aun así caemos en ese tipo de pensamiento lineal, intentando arribar desde allí a conclusiones complejas.

Ejemplos sobran:
Todos los argentinos son...
Todos los judíos son...
Todos los hinchas de B*ca son...
Todos los blancos son...
Todos los negros son...

Y así podríamos seguir hasta siempre.

Sin embargo, frente a este tipo de planteos yo siempre intento recordar las palabras de Gregory Bateson, quien se preguntaba cuál es la diferencia que hace a la diferencia, a fin de recordarnos que muchas veces detrás de estas generalizaciones hay una cantidad de prejuicios desbocados.

En el ámbito de la ley pasa algo similar: Buscando establecer parámetros generales, terminamos cayendo en cláusulas que no siempre se ajustan a lo que necesitamos. Es en ese sentido que el Talmud nos recuerda en boca de Rabi Iojanan: "Nada se aprende de las generalizaciones."

Y para que quede claro, el texto pasa a dar una ejemplo en el marco de la halajá (ley judía):

"Todas las mitzvot (preceptos) positivas que están delimitadas por un tiempo específico, los hombres están obligados y las mujeres exentas. Y aquellas que no están delimitadas por un tiempo específico tanto mujeres como hombres están obligados [a cumplirlas].
Pero... ¿Ocurre siempre que las mujeres quedan exentas de todas las mitzvot positivas con tiempo delimitado? ¡La [ingesta de] Matza [en Pesaj], la alegría [en las festividades] y [la mitzva de] Hakhel [que se llevaba a cabo una vez cada siete años durante Sucot] son mitzvot positivas que están delimitadas por un tiempo específico y las mujeres están obligadas a cumplirlas!
Y... ¿Ocurre siempre que las mujeres están obligadas a cumplir con todaas las mitzvot positivas que no están delimitadas por un tiempo específico? ¡El estudio de la Tora, la reproducción y el rescate del primogénito son mitzvot positivas que no están delimitadas por un tiempo específico y de las cuales las mujeres están exentas!"

Los 613 preceptos judíos se dividen en primer lugar entre preceptos positivos y preceptos negativos. No es que unos sean buenos y otros malos, sino que hace al hecho de que los preceptos negativos nos prohíben realizar determinadas acciones (por ejemplo: "no matarás").

Dentro de los preceptos positivos, algunos tienen un tiempo específico para ser cumplidos mientras que otros no. Nuestros sabios decidieron que las mujeres iban a quedar exentas (no prohibidas) de cumplir con aquellas normas positivas con tiempo determinado. Pero, como hemos visto, hay que tener cuidado con las generalizaciones, ya que hecha la ley, hechas todas las excepciones habidas y por haber sobre la misma.

En tiempos en los que hacemos uso y abuso de las generalizaciones para hacer juicios de valor sobre quienes nos rodean, bien vale la pena recordar una y otra vez al sabio Iojanan, ya que rara vez podremos aprender de aquellos que se pasan la vida generalizando a sus semejantes.

¡HADRAN ALAJ BAKOL MEARVIN!
¡VOLVEREMOS A TI BAKOL MEARVIN!

martes, marzo 12

Filosofía nocturna

Eruvin 17b - 26b

Ayer por la noche contaba vía twitter que me encontré en el Talmud con la siguiente frase:


A partir de ese tuit, mi amigo Arturo Navarro me dijo que sería importante aclarar un poco el sentido de la noche para entender un poco mejor la frase talmúdica, así que sin más, y levantando el guante arrojado, voy a intentar ponerme manos a la obra.

La noche tiene múltiples caras en el imaginario talmúdico. Por un lado, es un momento que encierra ciertos peligros: la oscuridad puede transformarse en inseguridad y sensación de absoluta fragilidad. No por casualidad, por ejemplo, todas las noches los judíos elevamos una plegaria que comienza diciendo: "Haznos dormir en paz, Ds nuestro, y levantarnos con vida."


Por otro lado, la noche era el momento en el que podían aflorar las angustias de tiempos difíciles. En una de las primeras entradas de este blog, recordábamos que el Talmud describe a Ds como un león triste que ruge por las noches afligido por la situación en la que se encuentra el pueblo de Israel. Así como Ds se amarga, así también los hombres, en el silencio de la noche, pueden caer presa de macabros juegos de la mente que les hacen ver todo lo que no funciona como debería.


En otros textos y desde otra perspectiva, la noche es tiempo de inspiración. Hay un pasaje talmúdico que nos dice que David componía sus salmos por la noche, cuando un viento divino ingresaba en sus habitaciones y hacía sonar el arpa que lo llevaba a desatar su creatividad. Durante el día, David gobernaba. Durante la noche, se permitía conectarse con su alma de poeta.


Por último, y de regreso a la frase que nos convoca en el día de hoy, la noche también puede ser entendida como el momento en el que regresamos a casa después de todas nuestras ocupaciones y nos queremos desconectar del trabajo y la rutina. Es en ese contexto que el Talmud nos dice que debemos dedicar al menos un rato a filosofar, a pensar en palabras de Tora.

Al analizar en qué invertimos nuestro tiempo libre podemos dar cuenta un poco de nuestra propia identidad, nuestros propios valores y las cosas que verdaderamente nos importan e interesan. Dedicar un rato cada día, cuando ya no tenemos encima las preocupaciones laborales, a filosofar sobre las preguntas últimas contribuye a que "la casa no se destruya" ya que la casa puede tranquilamente ser la metáfora de nuestro propio ser.

Así que ahora que empieza a anochecer, los invito a pensar por unos minutos en aquellos temas que los movilizan y apasionan. En ellos no solamente hay filosofía y continuidad. En ellos, la tradición judía entiende que se encarna la verdadera llama y luz de la Tora.

¡HADRAN ALAJ OSIM PASIN!
¡VOLVEREMOS A TI OSIM PASIN!

lunes, marzo 11

Referendum

Eruvin 14a - 17b

Más de una vez hemos dicho en este espacio que el judaísmo es una tradición normativa. Esto quiere decir que hay una serie de leyes que van enmarcando la vida judía en multiplicidad de aspectos: qué comer, qué rezar, cómo comportarnos en nuestras relaciones comerciales, cómo santificar el tiempo, qué hacer para marcar los ritos de pasaje, etc..

También hemos visto que las leyes rabínicas se dictaminan a partir del voto mayoritario: Aquí no se está decidiendo cuál es "la palabra de Ds" sino que se busca la forma de ordenar la sociedad de acuerdo a tal o cual práctica determinada. Si se quiere formar un grupo cohesionado, es necesario determinar las normas básicas de conducta unificada.

A estas reflexiones, hoy sumamos una más. El Talmud registra una discusión en relación a cuál debe ser la bendición que decimos al tomar agua para saciar nuestra sed. Frente a las dos posiciones divergentes, lo más interesante es el consejo que da el sabio Abaie, quien al ser inquirido por la norma vigente, supo contestar:

"Sal y mira qué es lo que hace el pueblo."

Hay ciertas leyes, nos dice el Talmud, que no deben ser impuestas sino que deben surgir de la conducta de los pueblos. De alguna manera, el texto nos enseña que todo cuerpo legal que se encuentra alienado de la conducta social, no tiene posibilidades de éxito. Sólo cuando el pueblo y la ley están en sintonía, es que la norma puede arraigarse. Si los legisladores no salen a la calle, si no saben medir el pulso de lo que ocurre y si quieren definir leyes por imposición, poco habrán de lograr en el mediano y largo plazo.

Sin embargo, por otro lado, a veces ciertas leyes pueden ayudar a que la sociedades avancen hacia un espacio de mayor progresismo e inclusión. En muchas oportunidades no hay una única voz que manifiesta la voluntad del pueblo, y allí los legisladores tendrán que saber qué hacer y cómo moverse en aguas tempestuosas, buscando en lo posible construir marcos legales que ayuden a cimentar sociedades cada vez más equitativas y empáticas.

De cualquier manera, el principio de Abaie sigue vigente para nuestros tiempos: Gobiernos que no escuchan la voz del pueblo están condenados a fracasar, y legisladores que no saben salir y ver lo que la gente está haciendo y los valores a los que se aferran, tampoco tendrán muchas posibilidades de trascender en su tarea.

¡HADRAN ALAJ MABOI SHEHU GABOA!
¡VOLVEREMOS A TI MABOI SHEHU GABOA!

domingo, marzo 10

Contra la creación del hombre...

Eruvin 8a - 13b

¿Es bueno que el hombre haya sido creado?

Ni más ni menos, esta es la pregunta que nos convoca en el post de hoy.
Ni menos ni más, esta es la pregunta con la cual - según el Talmud - lidiaron durante dos años y medio las escuelas de Hilel y Shamai en busca de una respuesta convincente.

Unos decían que era bueno que el hombre haya sido creado.
Los otros entendían que mucho mejor hubiera sido que el ser humano no fuese llamado a la existencia.

El Talmud no nos cuenta los argumentos esgrimidos por los grupos.
En su lugar, brinca directamente a la conclusión:

"Contaron [los votos] y concluyeron: Mejor hubiera sido para el hombre que no fuese creado pero, ahora que fue creado, que preste atención a sus acciones."

No se a ustedes, pero a mí no deja de sorprenderme el consenso rabínico en este tema.
Al menos en una primera lectura (y en una segunda, y en una tercera también) los sabios parecen darnos una reflexión sumamente pesimista en relación a la condición humana. ¿Realmente hubiesen preferido no nacer?

Tratemos de pensar un poco en diversos vectores de la cuestión:

A nivel mundo: El hombre se encumbra como la joya de la creación, pero también tiene en sus manos la posibilidad de destruir el planeta. Quizá, para el mundo, hubiese sido mejor que el hombre no sea llamado a la existencia. Aun así, y dado que ya estamos aquí, no estaría mal que trabajemos a conciencia para que el mundo sea un lugar sustentable que podamos legar a nuestros continuadores.


A nivel interpersonal: Si nos ponemos a pensar en el sin fin de conflictos por los que ha pasado la humanidad, tal vez lleguemos a la conclusión de que todo eso se podría haber evitado en un mundo sin seres humanos: ningún animal arma guerras o mata miles por poder, raza, etnia o religión. Solo nosotros hemos bañado la tierra de sangre y somos presa de la inseguridad en sociedades en donde los robos y asesinatos están a la orden del día. Sin embargo, aun si a priori todo eso hubiese podido evitarse sin el hombre, ahora que somos parte de la creación, no nos vendría mal reflexionar sobre el maltrato que, en distintos niveles, a veces le propinamos a nuestros semejantes. Ese maltrato no es ontológico. Bien podemos, si así lo quisiéramos, hacer las cosas de otra manera.


A nivel personal: Nadie está exento de una vida con momentos difíciles. Seguramente todos nos habremos de enfermar y en mayor o menor medida sentiremos dolor. ¿No sería mejor evitarnos toda esas complicaciones? Sin embargo, cuando los sabios nos invitan a pensar en nuestras acciones, también nos están recordando que, al menos en parte, nosotros podemos contribuir a nuestra propia calidad de vida. Es cierto que si comemos como desaforados o si tomamos sin control, nuestra vida puede terminar de manera miserable y con más de uno rogando no haber existido. Pero no tiene por qué ser así. Tal vez si no podemos controlar todo, aun así podemos saber cuando caemos en excesos y vicios que pueden transformarse en pan para hoy y hambre (y dolor) para mañana.


¿Será entonces que nuestros sabios eran pesimistas?
¿O tal vez hayan elegido el recurso retórico de una posición polémica para articular desde allí un llamado a la toma de consciencia con aquello que refiere a nuestro mundo, nuestras relaciones interpersonales y el cuidado de nuestra propia salud?

martes, marzo 5

Congruencia

Eruvin 2a - 7b

Empezamos con un nuevo tratado, aunque de alguna manera es la continuación lógica de las discusiones rabínicas sobre Shabat: En Eruvin, los sabios discutirán sobre tres tipos de Eruv diferentes, los cuales sirven para hacer cosas en Shabat que generalmente están prohibidas: Cargar algo del ámbito público al privado (y viceversa), caminar más allá del límite permitido en Shabat y cocinar para Shabat cuando el día anterior cae alguna festividad.


Mientras tanto, conforme el texto avance, nosotros seguiremos con la idea de ir comentando también algunos pasajes que se presenten como particularmente interesantes. A veces tendrán que ver con el tema central del tratado y otras, como ya han visto, no.

Hoy nos volvemos a encontrar con Hilel y Shamai, los grandes maestros y compañeros de hace 2000 años atrás. Cada uno de ellos sostenía entendimientos divergentes en relación a la ley judía, y es muy raro encontrar en el Talmud alguna discusión en la que estén de acuerdo. Más aun: Tanto Hilel como Shamai crearon escuelas de pensamiento que continuaron discutiendo por generaciones sobre cómo debía determinarse la ley.

Les cuento todo esto porque en las páginas que leí en estos días se nos dice lo siguiente:

"Siempre la Halaja (ley judía) es como la Escuela de Hilel, pero quien quiere hacer como la casa de Shamai, así lo hace, y quien quiere hacer como la casa de Hilel, así lo hace."

Suena un tanto contradictorio, ¿no?
Si la ley es como dice la Escuela de Hilel, ¿cómo es posible que se le de la opción a la gente de obrar conforme a la Escuela de Shamai?


Un primer acercamiento nos exige poder desligarnos de la lógica binaria que hemos heredado en el mundo occidental. Tal vez, como dirá el Talmud en otro lugar, tanto Hilel como Shamai reflejan la voz divina, y el hecho de que la ley sea como uno y no como el otro tiene que ver con un ejercicio de votación democrática que tiene como fin ordenar la sociedad, y no determinar cuál es la verdadera palabra de Ds.

Pero sigamos, porque el texto se pone aun más interesante:

"Quien decide obrar de acuerdo a las posturas laxas de Hilel y Shamai es un malvado.
Quien decide obrar de acuerdo a las posturas estrictas de Hilel y Shamai es un tonto."

Al parecer, lo que el texto talmúdico nos quiere enseñar es un poco de congruencia. Si vas a actuar de acuerdo a la casa de Hilel, entonces cumple tanto con sus posturas laxas como con sus posturas estrictas. Y lo mismo en caso de seguir a la casa de Shamai. Lo que no se permite es buscar siempre la posición más permisiva, ya que ello da cuenta de que lo único que nos interesa es tirarnos a menos, ni tampoco vivir siguiendo las posiciones estrictas de cada escuela, ya que ello nos presenta como fundamentalistas que nada ganan con esa actitud.


Por último, el Talmud presenta la contradicción aparente entre el hecho de que la Halaja se establece de acuerdo a Hilel y la posibilidad aun así de seguir a Shamai y nos regala dos posibles respuestas al dilema:

(a) La posibilidad de elegir entre las escuelas es previa a la aparición de la voz celestial que dijo que la ley era conforme a Hilel.
(b) Aun si la opción de elegir escuelas es posterior a la voz celestial, podemos apelar a la postura de Rabi Ioshua, quien entendía que Ds no tenía ni voz ni voto en la elección de la ley.

Como ya veremos en un futuro, hay un relato talmúdico que nos cuenta que una voz celestial surgió de las alturas para determinar que la ley se determina conforme a la escuela de Hilel. Sin embargo, también nos encontraremos en su momento con un relato similar de Ds determinando que la ley es como un determinado sabio - Rabi Eliezer - y la aparición de otro - Rabi Ioshua - sosteniendo que son los hombres y no Ds quienes eligen por mayoría cuál será la norma establecida.

No son pocos puntos para reflexionar en el inicio de este nuevo tratado, ¿verdad?

domingo, marzo 3

¿Creen en el destino?

Shabat 153a - 157b

Entre aquellas discusiones inacabables (y tal vez inabarcables) tanto en el ámbito de la teología como de la filosofía y la ciencia, se encuentra la pregunta en relación al determinismo y el libre albedrío: ¿Podemos hacer lo que se nos antoja o estamos obligados a actuar de tal o cual manera? ¿Somos seres autónomos o nuestras circunstancias no nos dejan opción alguna? ¿Existe el libre albedrío o es tan sólo una ilusión óptica que nuestras redes neuronales han creado para que ayudarnos a navegar en el devenir de los días?

En términos generales, el judaísmo cree profundamente en nuestra capacidad de elegir libremente. De hecho, es uno de los pilares fundamentales del comportamiento virtuoso: Si no pudiéramos elegir cómo obrar, no seríamos responsables de nuestras malas decisiones, ni podríamos vanagloriarnos cada vez que hacemos las cosas bien. Es sólo a partir de la libertad para hacer lo que queramos - aun si esa libertad está delimitada por el contexto - que vamos construyendo nuestro ser, ya sea para bien, ya sea para mal.


Sin embargo, a lo largo de la literatura judía nos podemos encontrar con frases y enseñanzas que dan cuenta de la complejidad de la discusión. Un texto, por ejemplo, dice casi misteriosamente: "Todo está visto pero la posibilidad de elegir nos ha sido otorgada" (Avot 3:15). ¿Puede haber una oración más contradictoria que esa? Casi que parece un koan zen...

De hecho, el último post que le dedicaré al tratado de Shabat gira esencialmente sobre estos temas, y no deja de tener ese sabor de contradicción aparente, que nos obliga a buscar respuestas más allá de lo evidente.

En la anteúltima página del tratado, el texto nos cuenta que Rabi Ioshua ben Levi sostenía que el día en que cada uno de nosotros nacía, lo predisponía hacia características especiales. ¿De dónde sabía el sabio que así eran las cosas? Fácil: Apelaba a un paralelismo con el relato de la creación del mundo (o al menos, eso pasa con los primeros cinco días de la semana). Veamos...


Domingo: La persona nacida en este día será completamente bueno o completamente malo.
¿Por qué? Porque en este día se crearon la oscuridad y la luz, sin medias tintas.

Lunes: Quien nace en este día será un hombre colérico.
¿Por qué? Porque en este día se separaron las aguas superiores de las aguas inferiores, y por tanto es un día de división y contienda.

Martes: Quien nazca en este día será rico.
¿Por qué? Porque es este día se crearon las hierbas, las cuales son abundantes y se reproducen con facilidad.

Miércoles: La persona nacida en este día será sabia y conocedora.
¿Por qué? Porque en este día se crearon las luminarias: el sol, la luna y las estrellas.

Jueves: Día en que nacen las personas bondadosas y de buen corazón.
¿Por qué? Porque en este día se crearon los peces y las aves, quienes se alimentan gracias a la misericordia divina.

Viernes: Nacerán los buscadores de buenas obras.
¿Por qué? Porque el viernes es el día en que nos preparamos y esforzamos con el objetivo de llegar bien preparados para Shabat.

Shabat: Quien nace en Shabat morirá en Shabat.
¿Por qué? Porque ya que la gente profanó el Shabat en pos de salvar la vida del pequeño, eso también marcará el final de los días para dicha persona.

Hasta aquí las conclusiones de Rabi Ioshua.
Y sin embargo, habiendo dicho todo esto y habiendo establecido características generales para todos los días de la semana, un par de líneas después de que el texto finaliza con esta exposición cuasi determinista, el Talmud aparece citando a otro sabio, Rabi Iojanan, quien categóricamente dice: No hay características predeterminadas en el pueblo de Israel. Más aun: nos encontraremos con varias historias que dan cuenta que el determinismo no es determinante (valga la paradoja), y que cada quien puede llegar a modificar su propio futuro a partir de sus acciones.

A mi, personalmente, me gusta la idea de que somos los constructores de nuestro propio destino. Me gusta creer en el futuro como el espacio de lo abierto, de posibilidades múltiples, que requieren de nuestra capacidad de elegir. Y definitivamente creo que cada uno de nosotros puede trascender esos "destinos" que a veces parecen marcados a fuego por el contexto social en el que vivimos. O, como decía Viktor Frankl, aun si no podemos elegir todas las situaciones que deberemos atravesar en vida, nadie puede decidir por nosotros la actitud con la que pasaremos por esos momentos.

¿Y ustedes en qué creen? ¿Son deterministas o abrazan el libre albedrío?

¡HADRAN ALAJ MI SHEHEJSHIJ USLIKA LA MASEJET SHABAT!
¡VOLVEREMOS A TI MI SHEHEJSHIJ Y HA FINALIZADO EL TRATADO DE SHABAT!